Quiromasaje: un aliado frente al dolor articular
No son los huesos
Las molestias y el dolor que sentimos en “los huesos” es en realidad generado por las articulaciones. A medida que nos hacemos mayores se produce una atrofia y disminución de la masa muscular y un incremento de la pérdida ósea, más acentuada en las mujeres. Debido a estos cambios, aumenta la limitación de movimiento y la sensación de dolor. Además, el dolor articular suele irradiarse a toda la extremidad causando pesadez, cansancio y aumento de la sensación de calor y sensibilidad en el área afectada. Por ello, en muchas ocasiones, se evita mover la articulación o articulaciones generando una falta de movilidad muscular que agrava el problema.
Tipos de dolor articular
Por las características del dolor distinguimos el dolor inflamatorio (artritis) que mejora con el movimiento y empeora con el reposo; dolor mecánico, empeora con el movimiento y mejora con el reposo y dolor neuropático en que la sensación dolorosa está acompañada de entumecimiento, hormigueos y sintomatología propia de afectación nerviosa.
Algunas de las patologías causantes del dolor articular son:
- Las enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide.
- Un proceso infeccioso como la osteomielitis.
- Trastornos metabólicos como la gota.
- Enfermedades degenerativas como la artrosis.
- Un esfuerzo o sobrecarga de una articulación.
- Alteraciones musculoesqueléticas como, por ejemplo, una condromalacia rotuliana o una tendinitis.
Un buen estilo de vida, una nutrición adecuada, un patrón de descanso óptimo y realizar actividad física habitualmente son fundamentales para mantener los músculos y las articulaciones en forma.
¿Cómo afecta el frío al dolor articular?
En invierno nos acrecienta la sensación de dolor, ya que, al notar el frío aumenta la viscosidad del líquido sinovial, el fluido viscoso y
transparente que lubrica y nutre al cartílago articular. La viscosidad se debe al contenido en ácido hialurónico y depende de la temperatura. A menor temperatura, mayor viscosidad e incremento de la rigidez articular disminuyendo el rango de movimiento.
Quiromasaje: un aliado frente al dolor articular
El “dolor de huesos” será el síntoma principal que indique la persona que acude al terapeuta. La anamnesis permitirá recabar toda la información necesaria: síntomas asociados, irradiación del dolor, cuando empeora y cuando se calma o los diagnósticos y tratamientos del paciente, entre otros datos. También cuáles son sus hábitos nutricionales y su actividad física.
El análisis visual puede indicar una posible posición antiálgica adoptada por la persona como defensa ante el dolor. La palpación muscular, ósea y articular posibilita comprobar cómo los tejidos reaccionan al ser desplazados o presionados. Además, el terapeuta percibe posibles anomalías y el grado de sensibilidad de los diversos elementos (músculos, ligamentos, cápsulas y tendones que rodean la articulación y que están muy inervados).
La profundidad de las maniobras del masaje se adecuarán al umbral de dolor con una progresión lenta y continua en la dirección de la musculatura afectada. Al ir aplicando los amasamientos, las fricciones y el resto de maniobras adecuadas conseguiremos importantes beneficios fisiológicos:
- Aumento de la movilidad y flexibilidad de los tejidos.
- Reducción de posibles adherencias.
- Vasodilatación e incremento de la nutrición de los tejidos.
- Efecto de drenaje de toxinas.
Una rutina de masaje periódica puede recuperar el rango de movimiento natural de la articulación sin forzarla, se reduce la tensión articular y mejora la función de la articulación. Al ser el terapeuta el que efectúa el movimiento, el resto del cuerpo se distiende aportando mayor sensación de bienestar.
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